¿Cuándo comienza el viaje? En el momento de planear viajar, ya estamos de viaje. Se disfruta con cada elección. Con el lugar preferido, los lugares a visitar, ese sitio idílico en el que fotografiarse…y por supuesto, el alojamiento a elegir. Hoy nos dejamos influenciar mucho por los comentarios de internet, por las puntuaciones, que si bien nos deben orientar a la hora de una buena elección, tampoco deberían llegar al punto de que los demás elijan por nosotros…
Es por ello, que lo primero que se nos plantea es decidir entre un hostal y un hotel. Si somos honrados con nosotros mismos, y somos de los que decidimos en función de la puntuación, veréis que los hostales gozamos de valoraciones muchas veces mejor que los grandes hoteles. Y, ¿por qué es así? Por las diferencias que marcan el alojamiento entre unos y otros establecimientos.
Una de las ventajas inexcusables de un hotel son sus servicios: spa, gimnasios, grandes y glamurosos halls de entrada, piscinas olímpicas… Pero, carecen de algo que no se paga, que es gratis, pero que a veces cuesta tanto encontrar. No es otra cosa que el trato humano y cercano. Somos personas, y como tal nos gustan que nos traten, no andamos con grandes pretensiones, vamos a disfrutar de la experiencia de conocer gente, visitar rincones desconocidos, dejarnos sorprender y en eso, los hostales, somos los números uno. Y sí, somos de los que los comentarios nos importan, pero no nos dejamos embaucar con grandes montajes fotográficos, la autenticidad de un hostal es lo que buscáis, y eso os hará cambiar vuestra elección. La flexibilidad en vuestras peticiones, el precio, ya no solo del alojamiento, sino de las comidas y bebidas, el sabor de lo autóctono. Los hostales suelen ser familiares, y los que poseen restaurante trabajan una comida sencilla, cercana, que os hará viajar en el tiempo a sabores olvidados. Hotel, bien, pero hostal no tiene que ser sinónimo de pocas aspiraciones, sino más bien de ir por libre en tu elección, en tu vida.